Saturday, 29 November 2008
Latinoamerica: crisis y democracia
Cinco años de un fuerte crecimiento económico ha producido un lento pero firme alza en apoyo de la democracia y sus instituciones entre los latinoamericanos.
Estas encuestas realizadas en 18 paises fueron publicadas por la revista The Economist en inglés. Tratan de las actitudes en cuánto a la intervención del Estado, la democracia, los partidos y otros asuntos.
"The Latinobarómetro poll
Democracy and the downturn
Latin Americans are standing up for their rights
FIVE years of strong economic growth have prompted a slow but fairly steady rise in support for democracy and its institutions among Latin Americans, although many remain frustrated by the way their political systems work in practice. Most see themselves as politically moderate, but they retain a yearning for strong leaders and expect the state to solve their problems. These are some of the findings from the latest Latinobarómetro poll taken in 18 countries across the region and published exclusively by The Economist. Because the poll has been taken regularly since 1995, it tracks changes in attitudes in the region.
This year’s poll was taken in September and early October. It therefore reflects the sharp increase in inflation in the region in the first half of this year, but not the full effect of the financial turbulence and deteriorating economic outlook that hit some Latin American countries in recent weeks. Nevertheless, it carries some sobering lessons for the region’s politicians.
The poll underlines the fact that a small majority of respondents are convinced democrats. In 12 countries, support for democracy has risen since 2001, when the region last suffered an economic recession. But only in five countries is it higher than it was in 1996. This year democracy has received a particular boost in Paraguay, a country where authoritarian attitudes previously predominated. The shift follows the victory in a presidential election in April of Fernando Lugo, a leftish former bishop who ended more than half a century of rule by the Colorado Party. That echoes similar hopes of change aroused by newly elected leaders in the region in recent years.
Conversely, in Venezuela, support for democracy may have been boosted this year among opponents of President Hugo Chávez, after their victory in a referendum on constitutional change last December. In Colombia, President Álvaro Uribe’s success against the FARC guerrillas may be the reason for a similar democratic lift.
Uruguayans are by far the most satisfied with how their democracy works (see chart 3). Peruvians are particularly disgruntled. That is paradoxical: Peru’s economy has grown faster than that of any other of the region’s bigger countries both this year and last. Their discontent seems to reflect deep flaws in the political system. But even if slightly less than two-fifths of respondents across the region are satisfied with their democracies, that is a significant improvement on the 2001 figure.
The relative dissatisfaction owes much to the deep-rooted socioeconomic inequalities in Latin America. Across the region 70% of respondents agreed that governments favour the interests of the privileged few; around half say they would not mind a non-democratic government if it solved economic problems; a similar proportion say democracy has not reduced inequalities; and only 30% think there is equality before the law. These attitudes help to explain the popularity of Mr Chávez, an oil-rich strongman—more than a third of Venezuelan respondents say inequalities have diminished.
But most respondents are convinced that democracy is the only road to development—and 71% say they are personally happy. So why the grumbles? As democracy has come to stay in the region, “people are more conscious of their rights and their expectations are higher”, says Marta Lagos, Latinobarómetro’s director. She adds that the yearning for a strongman is more a cultural trait than a political preference—and that the same goes for a fondness for a paternalist state.
The poll shows that a large majority believe that pensions should be in state hands. In Argentina that number is 90%, which perhaps helps explain why President Cristina Fernández last month nationalised the private pension system. But at the same time 56% of respondents see a market economy as the road to development (up from 47% last year). And 32% declare themselves satisfied with privatised public services, up from 15% in 2004. Some 44% say they trust their banks, up from 29% in 2003. The church remains the most trusted institution in the region—but less so than it was. Trust in government and legislatures continues to edge up.
In six countries, including Mexico and Venezuela, crime and public safety are seen as the most important problem. In ten countries, economic concerns (unemployment, poverty and inflation) are still seen as paramount. In Brazil 19% cited health care as the biggest problem.
Despite the swing to the left in the region in recent years, most respondents to the poll consider themselves in the political centre (42% this year, up from 29% in 2003). Only 17% say they are on the left and 22% are on the right (even in Mr Chávez’s Venezuela those on the left and right are tied at 26%).
That provides hope for centre-right politicians in a round of presidential elections in the larger countries in the region in 2010-12. Those elections are likely to be held against a much less rosy economic backdrop than has prevailed for the past few years. The task facing Latin America’s politicians is to ensure that economic difficulties do not spill over into a weakening of support for democracy.
Tuesday, 4 November 2008
Lecciones de la crisis japonesa
"Algunas lecciones de la crisis japonesa", articulo publicado el 03-11-2008 , por José Carlos Díez. Economista jefe de InterMoney, en Expansion.com:
En 1991, la bolsa japonesa y los precios inmobiliarios se desplomaron y provocaron la peor crisis de un país desarrollado desde la Gran Depresión. El sistema bancario había financiado toda aquella locura y el desplome del valor de los colaterales provocó una quiebra sistémica, cuyo saneamiento ha costado el 15% del PIB japonés.
La principal característica de la crisis fue la inacción, tanto de los responsables de la política económica como de las empresas y de los bancos.
Cuando comenzaron a tomar medidas, el sistema financiero estaba quebrado, la economía entró en una trampa de la liquidez keynesiana, la política monetaria perdió efectividad y el policy mix de política económica fue desastroso, especialmente la política cambiaria y fiscal que acabaron neutralizando sus efectos restando efectividad a las medidas. A continuación, se va analizar las consecuencias de la crisis, que más de tres lustros después mantienen a la economía nipona al borde de la deflación.
La deflación maligna
La deflación es una patología atípica y es lógico que los economistas nos preocupemos más de proteger a las economías de la inflación que es más habitual. Pero, Japón es un ejemplo de la deflación y sus efectos deben hacer que cualquier sociedad tome las medidas que sean necesarias para protegerse de ella.
Se puede observar la debilidad del crecimiento de del PIB que ha registrado un crecimiento promedio anual de 1,3% desde 2001 hasta 2007. Destaca la debilidad del consumo privado y la inversión y la fortaleza de las exportaciones.
Cuando las familias tienen expectativas deflacionistas retrasan sus decisiones de consumo, especialmente de bienes duraderos, ya que esperan que al año siguiente podrán comprar los bienes más baratos.
La debilidad de consumo estanca las ventas de las empresas y la deflación de precios, junto a salarios nominales rígidos a la baja, hunde los márgenes empresariales, lo cual elimina cualquier incentivo a invertir en nuevos proyectos empresariales e incluso en proteger a la capacidad instalada de su depreciación.
Esto explica que la tesis de Keynes en la teoría General fuera que ante la contracción de la demanda efectiva, tenía que ser el gasto público el que compensase los efectos de deflación para evitar en una caída en picado de la acumulación de capital que hundiese el crecimiento potencial.
Por fortuna para Japón, la burbuja se concentró en el precio de los activos inmobiliarios y de las acciones pero no se contagió al resto del mundo, por lo que gracias a su elevada capacidad tecnológica la economía puede mantener el crecimiento y la acumulación de capital vía exportaciones. Eso libró a Japón de la pobreza extrema que si se produjo en la Gran Depresión.
En el gráfico 2 se puede observar cómo el sector público tardó varios años en implementar políticas fiscales expansivas y cuando lo hizo fue ineficaz, al no priorizar el gasto en infraestructuras y acompañarlo de medidas de liberalización de sus economías para aumentar el crecimiento potencial.
Conclusiones
Aunque en la actual crisis también hay deflación de activos, por fortuna hay muchas diferencias que alejan el caso japonés del escenario central, aunque el riesgo sigue existiendo. La principal es que al ser una crisis de activos, el desplome de los mercados, especialmente de las bolsas, ha hecho que la sociedad sea consciente de la gravedad de la crisis y ha favorecida la acción de los Gobiernos.
Las primeras medidas han sido apuntalar el sistema financiero y recapitalizar a los bancos más afectados, pero ahora ha llegado la hora de la política fiscal. En las últimas décadas el paradigma liberal del minimalismo público «menos estado es más» ha primado la rebaja de impuestos. A partir de ahora, la incertidumbre es máxima y la bajada de impuestos puede ser destinada por las familias al ahorro, por lo que replicaríamos la trampa de la liquidez keynesiana que ha asolado Japón.
El gasto público tiene un efecto multiplicador y acaba arras-trando al sector privado al reactivar el empleo y las rentas salariales. Lo relevante es tener presente que el Estado no puede suplantar al sector privado permanentemente y que debe priorizar el gasto en infraestructuras. El anuncio de fuertes emisiones de deuda pública mundial ha provocado un aumento de las pendientes de las curvas de tipos, lo cual nos aleja del caso japonés. Sin duda, una gran noticia.
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